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PRESENTACIÓN

El presente blog, está conformado por estudiantes de la licenciatura Químico Farmacéutico Biólogo de la facultad de Ciencias Químicas en la ...

lunes, 19 de septiembre de 2022

ENFERMEDADES HEPÁTICAS

ICTERICIA

El hígado cirrótico no puede eliminar la bilirrubina producida, que pasa a acumularse en el torrente sanguíneo. El exceso de bilirrubina se deposita en la piel, dejando al paciente con la piel y los ojos con una coloración amarillenta. Este fenómeno se llama ictericia. En algunos casos, la ictericia puede acompañarse de coluria (orinas de color muy oscuro por la presencia de bilirrubina en la orina) y acolia (heces muy claras por la ausencia de pigmentos derivados de la bilirrubina).

Fig 10. Comparación de una persona con ictericia y una persona normal. [Imagen], por el Dr. Luis Javier Cárdenas (2022). Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de https://www.doctorluisjaviercardenas.net/ictericia 


La ictericia surge básicamente cuando hay una producción excesiva de bilirrubina y/o cuando hay una eliminación deficiente de la misma.

Ictericia por aumento de bilirrubina indirecta

La bilirrubina indirecta puede acumularse cuando hay una gran destrucción de glóbulos rojos, arrojando al torrente sanguíneo una cantidad de bilirrubina superior a la capacidad del hígado para excretarla.

Ictericia por aumento de bilirrubina directa

La ictericia por bilirrubina directa ocurre cuando el hígado puede conjugar la bilirrubina pero, por alguna razón, no puede excretarla en los intestinos. 


La ictericia no es una enfermedad, sino un signo de enfermedad. Por ello, en la gran mayoría de los casos, su tratamiento pasa por tratar primero la enfermedad que está provocando la ictericia. Si es hepatitis, se trata de hepatitis; si es una obstrucción de las vías biliares, se trata la obstrucción; si es una reacción a cualquier medicamento, se suspende el medicamento.

(Pinheiro, P., 2022).

Referencias bibliográficas

Pinheiro, P. (2022). Ictericia: causas, síntomas y tratamiento. Recuperado en 20 de septiembre de 2022, del sitio web: https://www.mdsaude.com/gastroenterologia/ictericia-adulto/ 


ENFERMEDADES HEPÁTICAS

CIRROSIS

La cirrosis es una enfermedad crónica difusa e irreversible del hígado, caracterizada por la presencia de fibrosis y por la formación de nódulos de regeneración, que conducen a una alteración de la arquitectura vascular, así como de la funcionalidad hepática. La cirrosis hepática es la consecuencia final de muchas enfermedades hepáticas crónicas. Si está muy avanzada, la cirrosis es potencialmente mortal (González Anaya, 2012).

La cirrosis, por lo general, no da señales ni tiene síntomas hasta que las lesiones hepáticas se hacen grandes. Cuando sí hay signos y síntomas, estos pueden incluir:

  • Fatiga

  • Aparición de hemorragias o hematomas con facilidad

  • Pérdida de apetito

  • Náuseas

  • Hinchazón de las piernas, los pies o los tobillos (edema)

  • Pérdida de peso

  • Picazón en la piel

  • Decoloración amarilla en la piel y los ojos (ictericia)

  • Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis)

  • Vasos sanguíneos en forma de arañas en la piel

  • Enrojecimiento en las palmas de las manos

  • En las mujeres, ausencia o pérdida de menstruación no relacionados con la menopausia

  • En los hombres, pérdida del deseo sexual, agrandamiento de los senos (ginecomastia) o atrofia testicular

  • Confusión, somnolencia y dificultad en el habla (encefalopatía hepática)


No hay ningún medicamento que cure la cirrosis y el único tratamiento capaz de curar la enfermedad es el trasplante hepático. Está indicado cuando la cirrosis está descompensada o se acompaña de hepatocarcinoma, siempre que no existan contraindicaciones para el procedimiento.

(Pinheiro, 2022).


Fig 9. Comparación de un hígado normal con un hígado cirrótico. [Imagen], por el Dr. Pedro Pinheiro (2022). Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de https://www.mdsaude.com/es/gastroenterologia-es/cirrosis-hepatica/ 


Referencias bibliográficas

González Anaya, A. (2012). Cirrosis hepática. Revista Farmacia Profesional, 26(4). páginas 45-51. Recuperado en 20 de septiembre de 2022, de https://www.elsevier.es/es-revista-farmacia-profesional-3-articulo-cirrosis-hepatica-actualizacion-X0213932412502272 

Pinheiro, P. (2022). Cirrosis hepática: qué es, causas, síntomas y tratamiento. R. Recuperado en 20 de septiembre de 2022, del sitio web: https://www.mdsaude.com/es/gastroenterologia-es/cirrosis-hepatica/ 


ENFERMEDADES HEPÁTICAS

HEPATITIS

La hepatitis es una inflamación del hígado que puede causar una serie de problemas de salud y puede ser mortal. El consumo excesivo de alcohol, las toxinas, algunos medicamentos y ciertas afecciones médicas pueden causar hepatitis.Las cinco cepas principales del virus de la hepatitis son las de los tipos A, B, C, D, y E. Si bien todas ellas causan enfermedad hepática,  se diferencian en aspectos importantes, sobre todo en los modos de transmisión, la gravedad de la enfermedad, la distribución geográfica y los métodos de prevención. El dato que inicialmente lleva al diagnóstico es el aumento de los niveles en sangre de las transaminasas, enzimas que son liberadas a la sangre por la muerte celular producida por la inflamación del hígado.  La elevación de las transaminasas puede ser muy importante en las hepatitis agudas, y es leve o moderada en las hepatitis crónicas.

Fig 6. Hepatitis aguda. [Imagen], por Vall d'Hebron, 2012. Recuperado de https://hospital.vallhebron.com/es/asistencia/enfermedades/hepatitis-aguda 


Hepatitis A

Es una infección causada por un virus ARN citopático, que afecta a niños y jóvenes,  transmitida principalmente por la vía fecal-oral, por alimentos o agua contaminados y en ocasiones da lugar a brotes epidémicos. El virus solo se reproduce en el hígado, pero está presente en hígado, bilis, heces y sangre durante la fase final del periodo de incubación y en la fase pre sintomática y pre ictérica de la enfermedad. A pesar de la persistencia del virus en el hígado, su paso a las heces, la viremia y la infectividad disminuyen de manera rápida una vez que la ictericia se hace evidente.


Los síntomas relacionados con las hepatitis virales agudas son variables e inespecíficos. Por lo anterior, no es posible distinguir clínicamente una forma de hepatitis viral aguda de otra. Su curso clínico varía ampliamente desde una fase asintomática manifestada sólo por elevación de las aminotransferasas hasta hepatitis fulminante con ictericia franca y coma hepático.


El tratamiento de la hepatitis viral aguda es en gran parte de soporte y dirigido a asegurar una nutrición e hidratación adecuadas y a monitorizar a los pacientes con el fin de evitar el desarrollo de hepatitis fulminante. El tratamiento farmacológico rara vez está indicado para la hepatitis viral aguda A porque hasta el 99% de los pacientes se recuperan sin secuelas. Ninguna medida dietética específica o suplemento ha demostrado ser eficaz. La proteína debe restringirse sólo en pacientes con signos clínicos de encefalopatía hepática. Se debe evitar el alcohol, y el uso de medicamentos debe mantenerse al mínimo. Deben de evitarse aquellas drogas que son metabolizadas por el hígado, como las benzodiazepinas, o bien reducir su dosis si son absolutamente necesarias.

(Herrera Corrales & Badilla García, 2019).


Hepatitis B

Es una infección a corto plazo que se produce en el transcurso de 6 meses después de que una persona se infecta con el virus. La gravedad de la infección puede variar de una enfermedad leve con pocos o ningún síntoma a una afección grave que requiere hospitalización. Algunas personas, especialmente los adultos, pueden eliminar el virus o deshacerse de él sin tratamiento. Las personas que eliminan el virus se vuelven inmunes y no pueden volver a infectarse con el virus de la hepatitis B.


El virus de la hepatitis B se disemina cuando la sangre, el semen u otro líquido corporal de una persona infectada ingresa en el cuerpo de otra persona que no está infectada. Este virus se puede diseminar de las siguientes formas:

  • Relaciones sexuales con una persona infectada.

  • Uso de drogas inyectables. Al compartir agujas, jeringas y cualquier otro equipo para inyectarse drogas con una persona infectada

  • Brotes. 

  • Nacimiento. Se puede transmitir de una madre infectada al bebé en el parto.


Muchas personas que tienen hepatitis B no presentan síntomas y no saben que están infectadas. En caso de haber síntomas, estos incluyen fiebre, fatiga, falta de apetito, molestia estomacal, vómitos, orina oscura, heces grisáceas, dolor articular y piel y ojos de color amarillo. 

El tratamiento de la hepatitis crónica B se puede realizar con tres fármacos: interferón α, lamivudina y adefovir.


Fig 7. Fármacos para el tratamiento del VHB. [Imagen], por Serra Desfilis, M. (2019). Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de https://www.seimc.org/contenidos/ccs/revisionestematicas/viromicromol/VHBrev.pdf 


(Serra, 2019; CDC, 2020).


Hepatitis C

El virus de la hepatitis C se transmite fundamentalmente por lo que llamamos vía parenteral, es decir, a través de las transfusiones de sangre y hemoderivados, y de los pinchazos con material contaminado (tatuaje, piercing o las manipulaciones dentales antes de la introducción de buenas medidas higiénicas).


La mayoría de las personas con el virus no presentan síntomas y no saben que están infectadas. Si se presentan síntomas, pueden incluir piel u ojos amarillos, no querer comer, malestar estomacal, vómitos, dolor de estómago, fiebre, orina oscura, heces de color claro, dolor en las articulaciones y sensación de cansancio. Si se presentan síntomas con una infección nueva, suelen aparecer en el plazo de 2 a 12 semanas, pero pueden tardar hasta 6 meses en presentarse. Las personas con hepatitis C crónica pueden vivir años sin tener síntomas o sentirse enfermas.


Cuando se presentan síntomas con la hepatitis C crónica, a menudo son un signo de enfermedad hepática avanzada.

La infección de hepatitis C se trata con medicamentos antivirales destinados a eliminar el virus del cuerpo. El objetivo del tratamiento es que no se detecte ningún virus de la hepatitis C al menos 12 semanas después de completar el tratamiento.

(Sangro, 2020; CDC, 2020).


Fig 8. VHC. [Imagen], por Biblioteca Nacional de Medicina (2021). Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de https://medlineplus.gov/spanish/hepatitisc.html 


Hepatitis D

Es una enfermedad hepática producida por el virus de la hepatitis delta (VHD). Es un pequeño virus "satélite" que para realizar su ciclo de replicación necesita de la presencia del virus de la hepatitis B (VHB). La infección por VHD puede producirse en un paciente que ya era portador crónico del VHB, situación que se denomina sobreinfección, o bien de forma simultánea con el VHB, produciendo en estos casos una coinfección.

Se transmite de forma muy similar a la hepatitis B. Los mecanismos de transmisión más comunes son la adicción a drogas por vía intravenosa y la transfusión de hemoderivados. La transmisión por vía sexual es mucho menos frecuente, al igual que la transmisión perinatal.


La hepatitis aguda (en la coinfección VHB-VHD) aparece tras un periodo de incubación de entre 30 y 180 días. El paciente puede presentar cansancio, pérdida de apetito, fiebre (no más de 38 ºC habitualmente), dolor de cabeza y en ocasiones náuseas, vómitos e ictericia (pigmentación amarilla de la piel y las mucosas). El único tratamiento aprobado para la hepatitis delta es el interferón alfa, aunque muy rara vez es capaz de erradicar la infección y es frecuente que aparezcan recaídas al suspender el tratamiento.

(García & Romero, 2007; Phillips, 2020).

Hepatitis E

La hepatitis E es una inflamación del hígado debida a la infección por el virus de la hepatitis E (VHE). Existen al menos cuatro diferentes tipos de este virus (genotipos 1, 2, 3 y 4). Los genotipos 1 y el 2 solo se han encontrado en el ser humano. Los genotipos 3 y el 4 circulan en varios animales (entre ellos los cerdos, los jabalíes y los ciervos) sin causarles enfermedad, e infectan ocasionalmente al ser humano.

El virus se excreta en las heces de las personas infectadas y entra en el organismo humano por el intestino. El contagio se produce principalmente por consumo de agua de bebida contaminada, semejante al VHA.

El periodo de incubación fluctúa entre 2 y 9 semanas (6 semanas en promedio). Poco antes de la aparición de los síntomas clínicos, el VHE puede detectarse en el torrente sanguíneo por 1 a 2 semanas y es excretado en las heces por 3 a 4 semanas. Los signos y síntomas presentes en este VHE son fiebre leve, disminución del apetito (anorexia), náuseas y vómitos, dolor abdominal, picazón, erupción cutánea o dolor en las articulaciones; ictericia acompañada de orina oscura y heces claras, y un ligero aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia), con dolor a la palpación.

No existe ningún tratamiento específico que altere la evolución de la hepatitis E aguda. Como la enfermedad suele remitir espontáneamente, no suele ser necesario hospitalizar al paciente. Lo más importante es evitar medicamentos innecesarios. Los antieméticos y el paracetamol deberían utilizarse con mesura o evitarse.

(Gutiérrez & Sánchez, 2012; Organización Mundial de la Salud, 2022).


Referencias bibliográficas

Gutiérrez García, C.,& Sánchez Partidas, D. (2012). Virus de la hepatitis E. Características biológicas y epidemiológicas. Revista de la Sociedad Venezolana de Microbiología, 32(1). Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-25562012000100003 

Organización Mundial de la Salud. (2022). Hepatitis E. Recuperado el 19 de septiembre de 2022, en el sitio web OMS, disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/hepatitis-e 

Herrera Corrales, J., & Badilla García, J. (2019). Hepatitis A. Revista Medicina Legal de Costa Rica, 36(2). Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-00152019000200101 

Serra Desfilis, M. (2019). VIRUS DE LA HEPATITIS B. Servicio de Hepatología, Hospital Clínico Universitario de Valencia. Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de https://www.seimc.org/contenidos/ccs/revisionestematicas/viromicromol/VHBrev.pdf 

CDC. (2020). Hepatitis B General Information. Recuperado en 19 de septiembre de 2022, del sitio web: https://www.cdc.gov/hepatitis/hbv/pdfs/hepbgeneralfactsheet_sp.pdf 

Sangro, B. (2020). Hepatitis C: síntomas y tratamiento. Recuperado en 19 de septiembre de 2022, del sitio web: https://www.cun.es/eermedades-tratamientos/enfermedades/hepatitis-c 

CDC. (2020). Hepatitis C General Information. Recuperado en 19 de septiembre de 2022, del sitio web: https://www.cdc.gov/hepatitis/hcv/pdfs/hepcgeneralfactsheet_sp.pdf 

García Samaniego Rey, J., & Romero Portales, M. (2007). Hepatitis delta. Revista Española de Enfermedades Digestivas, 99(9). Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-01082007000900012

Phillips, M. (2020). Agente delta (hepatitis D). Recuperado en 19 de septiembre de 2022, del sitio web medlineplus, disponible en: https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000216.htm


ENFERMEDADES HEPÁTICAS

ENFERMEDADES HEPÁTICAS

Se consideran enfermedades a aquellas que impiden el funcionamiento correcto del hígado, como también aquellas que lo dañen.


Salud, E. P. la. (2017). Enfermedades hepáticas - INCMNSZ - Educación para la Salud [Vídeo]. YouTube. Recuperado 19 de septiembre de 2022, de https://www.youtube.com/watch?v=cWBdH6qgoPs&feature=youtu.be


 


PRUEBAS METABÓLICAS

Bilirrubina


La bilirrubina es un pigmento biliar de color amarillo anaranjado que resulta de la degradación del grupo hemo de varias proteínas, especialmente del catabolismo de la hemoglobina. El grupo hemo es degradado enzimáticamente liberando biliverdina, que es a su vez reducida a bilirrubina no conjugada (BNC) o indirecta, insoluble en agua, circulando en sangre ligada a albúmina. En el hígado, por medio de la adición de grupos glucurónidos (conjugación) se transforma en hidrosoluble, es decir, bilirrubina directa y es excretada a través de la bilis como se observa en la figura 4 (Guerra-Ruiz y cols.,2021).


Esta prueba se utiliza frecuentemente para evaluar el funcionamiento hepático ya que como ya se mencionó es un producto de desecho que procede de la degradación de los glóbulos rojos, degradación de la que surge en primera instancia la bilirrubina indirecta “o “no conjugada” con una semivida < 5 min la cual tiene que sufrir una reacción de conjugación por medio de la UDP-glucoroniltransferasa para que el hígado pueda eliminarla por la bilis al intestino, provocando de esta forma que su concentración sérica sea muy baja, sin embargo cuando la bilirrubina directa circula en la sangre, se une a la albúmina (δ-bilirrubina), por lo que entonces su vida media es la de la albúmina (17-20 días). (Moreira & Garrido, 2015; Williamson & Snyder, 2012; Herrero & Prieto, 2006).


Fig 4. Metabolismo de la bilirrubina. Nota. Adaptado de Avances en Medicina de Laboratorio [Imagen], por Guerra-Ruiz y cols., 2021 de https://doi.org/10.1515/almed-2021-0016


Por lo general, se mide la bilirrubina en dos pruebas, una para la «total» y otra para la «directa»; si se resta la bilirrubina directa de la total se obtiene la «bilirrubina indirecta». La bilirrubina directa mide la mayor parte de las δ-bilirrubinas y bilirrubina conjugada y un pequeño porcentaje de la bilirrubina no conjugada (Williamson & Snyder, 2012).


El aumento de bilirrubina en sangre puede deberse a un exceso de producción de la misma que sobrepasa la capacidad de eliminación del hígado, a un fallo en los procesos hepáticos de conjugación y/o excreción o a algún problema que impida la llegada de bilis al intestino.  Las elevaciones de los valores de bilirrubina conjugada son muy específicos de las enfermedades hepatobiliares; también puede elevarse cuando la excreción de bilirrubina se encuentra reducida, como en la sepsis, la nutrición parenteral total y tras procedimientos quirúrgicos. Tras la resolución de un cuadro de hepatitis u obstrucción biliar, la bilirrubina conjugada disminuye rápidamente, pero la δ-bilirrubina disminuye lentamente. La bilirrubina no conjugada aumenta en las enfermedades hepatobiliares, cuando existe hemólisis, tras el ayuno (20-25 % tras el ayuno nocturno) o en las enfermedades de Crigler-Najjar y de Gilbert la cual no tiene un significado patológico importante pero afecta al 3-5 % de la población (Herrero & Prieto, 2006; Moreira & Garrido, 2015).


El fallo en los procesos de conjugación o excreción puede darse de forma aislada en los síndromes congénitos de Gilbert y Crigler-Najjar (conjugación) y de Dubin-Johnson y Rotor (excreción), o bien como parte de un problema hepático mucho más amplio, por ejemplo dentro de una hepatitis aguda o en el curso de una cirrosis. Por último, la obstrucción al flujo de la bilis que impide su eliminación al intestino se produce en trastornos como la cirrosis biliar primaria, los tumores de la cabeza del páncreas, la presencia de cálculos en la vía biliar, etc. (Moreira & Garrido, 2015).


Un aumento en los niveles plasmáticos de bilirrubina es una alteración frecuente, observada tanto en la atención primaria como en el ámbito hospitalario. Una lesión hepática de cualquier causa, al disminuir el número de hepatocitos, puede producir una hiperbilirrubinemia. Puede deberse a cualquier causa que altere alguna de las fases de su metabolismo: producción excesiva, defecto en la captación hepática, defecto de su conjugación, o defecto de la excreción biliar. La bilirrubina es un marcador clásico que es incluido rutinariamente dentro de los perfiles clínicos, tanto de pacientes con disfunción hepática como de pacientes con otras patologías. Sin embargo, no es un indicador sensible ni específico de este órgano y, por tanto, es necesario realizar una correcta interpretación de los resultados obtenidos con el objetivo de obtener un diagnóstico preciso (Guerra-Ruiz y cols.,2021).


  • Intervalo normal de la concentración sérica de bilirrubina 


Fig 5. Valores de referencia para la bilirrubina sérica. Nota. Adaptado de Wallach Interpretación clínica de pruebas diagnósticas [Imagen], por Williamson, M.A. & Snyder, L.M., 2012 de Wolters Kluwer, Lippincott Williams & Wilkins.



Referencias bibliográficas

Herrero, J. I. & Prieto, J. M. (2006). Capítulo 17. Pruebas Funcionales Hepáticas. (20a. ed.). La clínica y el laboratorio. (p.316). Barcelona, España: Masson Elsevier.

Moreira,V.F. & Garrido, E. (2015). Pruebas de función hepática: B, AST, ALT, FA y GGT. Revista Española de Enfermedades Digestivas: Madrid. Recuperado el 18 de septiembre de 2022 de Scielo: https://scielo.isciii.es/pdf/diges/v107n10/infopaciente.pdf 

Williamson, M.A. & Snyder, L.M. (2012). Capítulo 2. Pruebas analíticas. (9a. ed.). Wallach Interpretación clínica de pruebas diagnósticas. (pp.18-393). Philadelphia: Wolters Kluwer, Lippincott Williams & Wilkins.

Guerra-Ruiz, A.R., Crespo, J., López-Martínez, R.M., Iruzubieta, P., Casals-Mercadal, G., Lalana-Garcés, M., Lavin-Gomez, B.A. & Morales-Ruiz, M.(2021). Bilirrubina: Medición y utilidad clínica en la enfermedad hepática. Avances en Medicina de Laboratorio, 2(3), pp. 362-372. https://doi.org/10.1515/almed-2021-0016

PRUEBAS INDICADORAS DE COLESTASIS

La colestasis es definida como la disminución o ausencia del flujo normal de la bilis desde el hígado hasta llegar al duodeno. La colestasis puede clasificarse de la siguiente manera: intra- y extrahepática, de acuerdo con donde se encuentre el trastorno. La colestasis intrahepática presenta una dificultad en el flujo biliar del hígado, en cambio, en la extrahepática se presenta una obstrucción mecánica a nivel del colédoco (López-Serrano & Fernández-Rodríguez, 2006). Se ha de mencionar que la colestasis puede manifestarse clínicamente por ictericia, coluria, acolia y en algunos casos por prurito intenso (Caballería & Parés, 2000). 

Existen dos aspectos importantes que deben considerarse en el diagnóstico de la colestasis los cuales son: realizar un historial clínico y una exploración física meticulosa. Tomando datos sobre la edad, la ocupación del paciente, si su familia o el paciente ha presentado episodios de ictericia, hemólisis, dolor abdominal y enfermedades hepatobiliares (Caballería & Parés, 2000). 


Las pruebas determinantes en el laboratorio cuya finalidad es confirmar la presencia de colestasis son la fosfatasa alcalina y la 𝝲-glutamiltransferasa, las cuales se describirán a continuación (Caballería & Parés, 2000). 


  • Fosfatasa alcalina (FA)
Esta se encuentra en diversos tejidos, tales como el hígado, el hueso, el riñón, placenta, leucocitos y el intestino, pero la fosfatasa alcalina de mayor importancia es la que proviene del hígado, huesos e intestino. Sin embargo, cada uno de estos sitios tiene una isoenzima diferente, asimismo son un grupo de enzimas que participan en la hidrólisis de las uniones éster de fosfato, a pH alcalino. Asimismo se encuentra implicado en el transporte de metabolitos a través de las membranas celulares.

Los valores séricos van a depender del método usado para su determinación, por ejemplo, el método más empleado es el de Bessey-Lowry, y los valores de referencia son de 6-17 U/L. En el caso de la colestasis, a mayor grado de colestasis, mayor aumento de FA.

Es importante mencionar que para determinar que una elevación de fosfatasa alcalina es de origen hepático se estudian los valores de GGT, si los valores de GGT son normales, quiere decir que la elevación de de FA es probable que no sea de origen hepático.

(Fernández y cols., 2008; Balcells)


  • 𝝲-glutamiltransferasa (GGT)

La GGT se encarga de regular el transporte de aminoácidos a través de las membranas celulares al catalizar la transferencia de un grupo glutamil a un péptido o un aminoácido. La 𝝲-glutamiltransferasa se encuentra presente en el hígado, páncreas, bazo y pulmón, siendo el hígado el tejido más rico de esta enzima.

Los valores de referencia varían entre hombres y mujeres, encontrándose más elevados en los hombres con un valor de hasta 40 U/dL y en la mujeres hasta 28 U/dL. Tiene mayor relevancia en las hepatopatías ya que tiene un paralelismo con los cambios de las FA, corroborando que existe una relación con la colestasis (Fernández y cols., 2008; Prieto-Valtueña & Yuste-Ara, 2015) . 


Referencias bibliográficas 

Caballería, L.I. & Parés, A. (2000). Ictericia y colestasis. Servicio de Hepatología, 35(10), pp. 481-487). https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-integral-63-articulo-ictericia-colestasis-11329 

Fernández-Daza, E., Férnandez-Juan, E., Moreno-Mejía, I. & Moreno-Mejía, M. (2008). Aproximación al diagnóstico de enfermedades hepáticas por el laboratorio clínico. Medicina & Laboratorio, 14(11-12), pp. 533-546. https://www.medigraphic.com/pdfs/medlab/myl-2008/myl0811-12c.pdf 

López Serrano, P., & Fernández Rodríguez, C. (2006). Colestasis crónicas. Revista Española de Enfermedades Digestivas, 98(1), p. 52. Recuperado en 19 de septiembre de 2022, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-01082006000100008&lng=es&tlng=es

Prieto-Valtueña, J.M & Yuste-Ara, J.R. (2015). BALCELLS LA CLÍNICA  Y EL LABORATORIO. INTERPRETACIÓN DE ANÁLISIS Y PRUEBAS FUNCIONALES. EXPLORACIÓN DE LOS SÍNDROMES. CUADRO BIOLÓGICO DE LAS ENFERMEDADES. (pp. 81-82, 82-83). (22a. ed.). Elsevier.


domingo, 18 de septiembre de 2022

PRUEBAS INDICADORAS DE NECROSIS HEPÁTICA

Deshidrogenasa láctica 

Es una enzima intracelular utilizada de forma auxiliar en el diagnóstico de lesión o afección cardiaca, hepática, eritrocítica, renal, musculoesquelética, cerebral o pulmonar. Dicha enzima (LDH) se encuentra en las células de muchos tejidos corporales, en especial corazón, hígado, riñones, músculo esquelético, cerebro y pulmones. Debido a que la LDH posee una amplia distribución en todo el cuerpo, el valor de LDH total no es un indicador específico de ninguna enfermedad o daño de ningún órgano. Cuando un trastorno o lesión afectan a las células que contienen LDH, las células se lisan y la LDH se libera hacia el torrente sanguíneo, donde se puede identificar en concentraciones más altas de las normales. La LDH es una medida de la LDH total; no obstante, en realidad existen cinco fracciones separadas (isoenzimas) que constituyen la LDH total. Cada tejido contiene una o más de las enzimas LDH de manera predominante, conociéndose que el hígado presenta la isoenzima LDH-5, por lo que el incremento aislado de LDH-5 señala daño o enfermedad hepatocelular (Pagana & Pagana, 2015).
Esta isoenzima está presente en el citoplasma de los hepatocitos y cataliza la oxidación reversible de ácido láctico a ácido pirúvico (Fernández-Daza y cols., 2008).

  • Parámetros normales en suero

El valor promedio-normal en adultos es de 50 - 150 U/L (0.82 - 2.66 μkat/L).

En niños el rango es dependiente de la edad: en menores de un año: 170 – 580 U/L, de uno a nueve años: 150 – 500 U/L y de 10 a 19 años: 120 a 330 U/L (Aranda-Torrelio, 2010).


Referencias bibliográficas

Pagana, K. & Pagana, T. (2015). Capítulo 6. Función Hepática. Laboratorio clínico : indicaciones e interpretación de resultados. (pp. 224-277). México, D.F. : Editorial El Manual Moderno. 

Fernández-Daza, E., Fernández-Juan, E., Moreno-Mejia, I. & Moreno- Mejia, M. (2008). Aproximación al diagnóstico de enfermedades hepáticas por el laboratorio clínico. Química Clínica. Medicina & Laboratorio, 14 (11-12), pp. 533-546. Recuperado el 18 de septiembre de 2022 de Medigraphic: https://www.medigraphic.com/pdfs/medlab/myl-2008/myl0811-12c.pdf

Aranda-Torrelio, E.  (2010). Interpretación de la deshidrogenasa láctica. Revista de la Sociedad Boliviana de Pediatría, 49 (2), pp.132-134. Recuperado de: www.scielo.org.bo/pdf/rbp/v49n2/a09.pdf  

PRUEBAS INDICADORAS DE NECROSIS HEPÁTICA

 Transaminasas (ALT y AST)

La aspartato aminotransferasa (AST/GOT) y la alanino aminotransferasa (ALT/GPT) son unos indicadores sensibles de citolisis o daño celular hepático ya que se encuentran en altas concentraciones en los hepatocitos donde catalizan la transferencia de grupos amino para producir ácido pirúvico y oxalacético (figura 3). La AST es una enzima mitocondrial y citoplásmica que se localiza en corazón, hígado, músculo y riñón. En cambio la ALT es exclusivamente citoplasmática y se encuentra de manera predominante en el hígado y en menores cantidades, en riñones, corazón y músculo esquelético por lo que es más específica de la existencia de daño hepático o renal (Fernández, 2012; Herrero & Prieto, 2006; Pagana & Pagana, 2015; Fernandez-Daza y cols., 2008).


La vida media de la AST es de 17 horas y la de la ALT de 47 horas. Ambas enzimas pueden variar ligeramente con la edad y con el sexo , aunque las variaciones suelen ser pequeñas entre los 25 y 60 años de edad. Otras fuentes de variación son la raza y el índice de masa corporal.
Además de las enfermedades hepáticas, las transaminasas pueden aumentar en otras situaciones, por ejemplo aumentan un 40-50 % en personas obesas y no varían habitualmente con las comidas. Por otra parte, con el ejercicio físico o con el daño muscular, la AST aumenta de forma significativa y la ALT se eleva menos.
(Herrero & Prieto, 2006)
  • ALT

Las lesiones o enfermedades que afectan al parénquima hepático provocan la liberación de esta enzima hepatocelular a la sangre, lo cual eleva las concentraciones séricas de ALT. La mayor parte de los aumentos de ALT es consecuencia de disfunción hepática, por lo que esta enzima no sólo es sensible, sino muy específica de enfermedad hepatocelular. En trastornos hepatocelulares de origen no viral, la relación ALT/AST (aspartato aminotransferasa) (relación de DeRitis) es < 1; en cambio, en la hepatitis viral, la relación es > 1, lo cual resulta útil para el diagnóstico de hepatitis viral.

Valores normales para adultos y niños: 4-36 unidades internacionales/L a 37°C.

(Pagana & Pagana, 2015).

  • AST

Si se tiene la sospecha de afecciones hepatocelulares además de determinarse ALT también se determina AST. En presencia de enfermedad o lesión que afecte las células de estos tejidos, las células se lisan; la AST se libera, pasa a la sangre y se incrementan sus cifras séricas. El aumento de las concentraciones de AST se relaciona de forma directa con el número de células afectadas por la enfermedad o lesión. De modo adicional, el aumento depende del tiempo transcurrido desde que se produce la lesión hasta la toma de sangre. Las concentraciones de AST sérica se elevan 8 h después de la lesión celular, con un punto máximo de las 24 a 36 h después, y vuelven a la normalidad en 3 a 7 días. Si la lesión celular es de tipo crónico, las concentraciones se incrementan de manera persistente. 
Por lo general, la relación AST/ALT es > 1 en pacientes con cirrosis alcohólica, congestión hepática y tumor metastásico hepático. Mientras que relaciones < 1 pueden observarse en sujetos con hepatitis aguda, hepatitis viral o mononucleosis infecciosa. La relación es menos precisa si las concentraciones de AST exceden 10 veces los valores normales (Pagana & Pagana, 2015).
Sin embargo es importante destacar que el grado de elevación no siempre se correlaciona con la severidad de la hepatopatía. Las elevaciones más severas se observan en la hepatitis viral, la hepatitis isquémica y el daño por toxinas. El daño por alcohol, en cambio, se caracteriza por una elevación leve a moderada. Como patrones típicos aunque no específicos, se han señalado el predominio de la ALT sobre la AST en las hepatitis virales y la esteatohepatitis no alcohólica y el de la AST sobre la ALT en la hepatopatía alcohólica y la cirrosis (Fernández, 2012).
Valores normales para adultos: 0 a 35 unidades/L (Pagana & Pagana, 2015).

Fig 3. Reacciones catalizadas por ALT y AST [Imagen], por Cmap Tools, 2017 de https://cmapspublic.ihmc.us/rid=1NH44LYY0-1N9YCYH-2BXT/Function+of+AST+and+ALT.jpg 

Referencias bibliográficas

Herrero, J. I. & Prieto, J. M. (2006). Capítulo 17. Pruebas Funcionales Hepáticas. (20a. ed.). La clínica y el laboratorio. (p.316). Barcelona, España: Masson Elsevier.

Pagana, K. & Pagana, T. (2015). Capítulo 6. Función Hepática. Laboratorio clínico : indicaciones e interpretación de resultados. (pp. 224-277). México, D.F. : Editorial El Manual Moderno. 

Fernández-Daza, E., Fernández-Juan, E., Moreno-Mejia, I. & Moreno- Mejia, M. (2008). Aproximación al diagnóstico de enfermedades hepáticas por el laboratorio clínico. Química Clínica. Medicina & Laboratorio, 14 (11-12), pp.533-546. Recuperado el 18 de septiembre de 2022 de Medigraphic: https://www.medigraphic.com/pdfs/medlab/myl-2008/myl0811-12c.pdf 

Fernández, J.L. (2012). Alteración en las pruebas de función hepática. Acta Gastroenterológica Latinoamericana, 42(1), pp. 36-38. Recuperado el 18 de septiembre de 2022 de Redalyc:https://www.redalyc.org/pdf/1993/199325062014.pdf